viernes, 15 de agosto de 2008

Dia 7: De Bazar en Bazar

Hoy nos ha tocado sumergirnos en el Estambul de los Bazares: El Bazar de las Especias y, por supuesto, Kapali Çarsi - el Gran Bazaar.

Como el día apuntaba peor que otros a nivel térmico - llegó a marcar 38º, salimos al mediodía para hacer las casi 8 horas por la tarde, así cuando estamos más cansadas al final del recorrido, es cuando apreta menos el sol.

Fue un acierto, porque el Gran Bazar fue lo último que vimos y nos encontramos que los vendedores estaban tan cansados como nosotras y no fuimos acosadas, sino que sólo tuvimos tímidos "where are you from?" (de donde sois) o "come, come" (vengan, vengan).

Pero nos estamos adelantando...

El viaje comenzó, como es costumbre, con el tranvía. Hemos comentado el sistema Akbil para pagar el transporte.

Esto es el Akbil:



Este es el recorrido que hicimos. Al hacer click en las líneas azules o iconos, da más información.


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Primera parada: El Bazar de las Especias
La tarde comenzó en El Bazar de las Especias, que está justo al lado de la estación del tranvía Eminönü.



Ni bien entrar, y los 5 sentidos explotan: colores, olores, ruidos, texturas, sabores todo amplificado.

Por supuesto, hay especies y frutos secos para tapizar toda España.



No sólo especies, pero también toneladas de Lokum - las típicas Delicias Turcas, dulces de consistencia gomosa y muy variados sabores.



Además, están estas especies de turrones de pistachos (fistik).



Si bien el bazar de las especies es tan caótico que nos fue casi imposible hacer una toma general, están las excepciones - como esta tienda.



Lo que no falta en los bazares de Estambul es la picardía de los vendedores - que son en general políglotas - desde catalán a japonés, hablan cualquier idioma que les ayude a vender.
Y hacen reír también mucho con su ingenio.



Hablando del ingenio, los turcos en general nos han parecido amables, y en ningún momento nos hemos sentido ni acosadas, ni molestas. Hasta los vendedores aceptan rápidamente un "hayır, teşekkuler" (no, gracias) (aunque algunos vendedores son más insistentes, no llegan a ofender).

Después de todo, los bazaares son su mundo y la competencia es feroz: el más ingenioso, el más simpático, el que más idiomas hable, será el que más venda - porque ninguna tienda muestra precios, y la calidad y género es similar en decenas de lugares.

Fuera del bazar, no hemos tenido ni un solo mal momento; al contrario. En un par de ocasiones, Gaby necesitó sentarse y enseguida apareció alguien con un taburete. Nadie nos ha abordado por la calle - también cabe admitir que vamos con niña, bastón y un par de años más de los que nos gustarían, cosas que tal vez sean algún deterrente. Eso si, a la "niña" se la miran, será porque no es tan niña (comienza a admitir Rosa muy a su pesar...)

Volviendo al bazar, no todo son especias y comida; hay absolutamente de todo, especialmente ropa (de variada calidad, en general imitaciones de marcas conocidas). Eso si, lo que es una constante es la cantidad vertiginosa de productos a la venta.



Durante nuestra pequeña vuelta, nos topamos con un insistente pero simpático vendedor, muy joven, que hablaba catalán muy bien. Resultó ser que está estudiando y viviendo en nuestro barrio en Barcelona y durante el verano ayuda a su familia con la tienda.
Rosa terminó comprando te de naranja y te de limón, pero no especies.

La cuestión es que para comprar algo en un bazar hay que ir con tiempo, mucha paciencia y buen humor. Comprar estas dos bolsitas de te nos llevó media hora. Esperemos que sea bueno, y no como el té de manzana, que es sintético y sólo lo beben los turistas.




El Bazar de las Especies tiene sólo un par de calles (cubiertas). En seguida, estuvimos fuera para encontrarnos con el bazar más real, caótico y típicamente autóctono que jamás hemos visto.

Aquí el nivel de ruido es ensordecedor, y la marea humana desconcertante. Apenas hay letreros con el nombre de las calles (algo muy habitual en Estambul), lo cual dificulta tremendamente la orientación.

Fuera de las paredes del Bazar de las Especias, apenas si entienden alguna palabra en inglés; de hablar nada. Tampoco se ven muchos turistas; los productos en oferta son demasiado caseros y obviamente para un mercado local.

Al pedir direcciones, en general nos hemos encontrado que los turcos se limitan a levantar el brazo, con el dedo apuntando en una dirección determinada y alguna palabra que no sabemos que es, pero supongo será "por ahí".



No sólo se venden productos desde los puestos y locales; sino también hay mucha venta ambulante - sobre todo de frutos (frescos y secos), agua y alguna que otra comida rápida como un simit.




La única manera de saber dónde comienza una parada o puesto es por el cambio de mercancía en oferta.



Después de un rato de deambular, y una parada reponedora en un börekçi, un pastisería donde cada una probó bir porsyon (una porción) de börek, una pasta de hojaldre rellena de queso fundido (peynirli börek) o espinaca (ıspanaklı börek). Bastante consistente, nos costó acabar la porción que habíamos pedido.
Además, esta parada nos dió un respiro del calor, ya que el pequeñito local tenia "klima" (aire acondicionado)

Segunda parada: Süleymaniye Camii (La Mezquita de Solimán)
Esta mezquita es la otra mezquita de visita obligada. El arquitecto Sinán la construyó para el Suleymán el magnífico entre 1550 y 1557 (solo 7 años!). Dicen que 3253 personas trabajaron en su construcción.
No pudimos apreciar mucho de todo esto, porque al llegar nos encontramos que está siendo restaurada.



No obstante, como somos duras de aprender, volvimos a subyugarnos - esta vez nos tocó cubrirnos piernas además de la cabeza porque ibamos con shorts.

Éste es el resultado:



No vale la pena entrar, porque sólo han dejado una estrecha franja de un lateral para recibir visitar y algún que otro fiel que quiera rezar.

Lo que sí estaba parada nos vino bien para descansar un poco del gentío y ruido, ya que la mezquita está detrás de la gran universidad y en medio de un jardín muy arbolado.

Tercera parada: El Gran Bazar (Kapali Çarsi)
El visita al Gran Bazar comenzó mucho antes de cruzar las puertas de este inmenso barrio cubierto.
Es que la zona alrededor es un gran bazar, con tiendas de todo tipo, generalmente altamente especializadas: desde tiendas que vendían sólo botones, hasta las que vendían joyas o sólo pantalones.

Entramos al Gran Bazar por una puerta lateral (Örücüler Kapısı), una puerta muy pequeña en la sección de textiles.

Solo vimos una pequeña parte, ya que lo cruzamos con apenas desvíos laterales. Aún así, nos llevó 2 horas con algunas paradas.

Cuesta bastante orientarse, pero las guías por lo general traen un mapa (las dos nuestras lo tienen). De tanto en tanto, hay un cartelito que indica el nombre de la calle - porque son calles, y el Gran Bazar es un barrio entero de 4.000 tiendas sobre varios kilómetros en pasillos que se retuercen, a cada paso desbordantes de mercancías de lo más variadas.

El denominador común es, al igual que el Bazar de las Especies, la cantidad desbordante de productos en oferta.



Lo bueno del Gran Bazar es que es tan grande, que siempre hay pasillos con poca gente.



Otros, más centrales y anchos (son como las "avenidas" del Bazar) sí que están abarrotados de gente, como se ve al fondo de la siguiente foto.



También aquí hay vendedores ambulantes, aunque la oferta se limita a la venta de te (al igual que en el resto de Estambul)

El vendedor de té lleva una bandeja con los tan típicos pequeños vasos, como se ve en la siguiente foto.



Hace días que Andrea quiere regatear (comenzó en Ortaköy) y por supuesto, esta visita le daba la oportunidad de cumplir su anhelo.
Sin embargo, no llegó a comprarse el conjunto de odalisca que tanto quiere para bailar la danza del vientre.



La que sí estuvo envuelta en serio, muy serio regateo fue Gaby - que junto a Rosa, tenia cero interés en entrar en regateos de ningún tipo. Ese debe haber sido el problema, porque la falta de interés fue considerada como parte del juego.
La cuestión es que pasamos por un puesto donde vendían los más exquisitos juegos de backgammon y vimos uno que nos hizo parar a las tres al unísono: madera sólida, tallado artesanalmente con incrustaciones de nácar.

Por alguna razón ilógica, se nos ocurrió preguntar el precio (mera curiosidad, suponemos, y para comparar con el que ya nos habíamos comprado).

Para qué... Comenzó con 300YTL, dijimos "oh, no, muy caro". Ahí comenzó el "de donde sois", y luego ofreció un asiento, luego un té, luego "cuánto quieres pagar".

Terminamos el regateo con nosotras paradas a 10 metros del puesto, en el medio del pasillo, diciendo que "no, que no tenemos dinero" a su oferta de 150YTL, pago con tarjeta y sin comisiones.

70€ no es mucho para la calidad de esta pieza artesanal, pero sí es mucho cuando no está planeado y, además, ya tenemos uno que siendo barato para el estándar turco, en Barcelona jamás lo hubiesemos podido comprar por lo caro.

Así que vivimos en primera mano lo que significa regatear en el Gran Bazar. Fue una experiencia divertida, pero no nos quedó ganas de repetirla.

Así que nos fuimos a tomar un té, y luego a seguir dando vueltas.



Hablando de té....



De vuelta a casa: Tünel y Tranvia Histórico

Esta vez, en vez de seguir con el tranvia hasta Beşiktaş, nos bajamos en Karaköy (el otro lado del puente, opuesto a Eminönü) y cogimos el funicular subterráneo hasta el comienzo de Istliklal Cadessi (la otra punta de donde estamos parando, a 2 kms)

El funicular es el 2do subterráneo más antiguo del mundo, después del de Londres (y poco antes que el de Buenos Aires).



El trayecto dura 3 minutos, y al emerger nos topamos con la parada del tranvía histórico, en el comienzo de Istlikal Cadessi.



El viaje es más largo de lo que debería, porque Istliklal está cubierto de gente de principio a fin, y el tranvía va muy despacio.

Hay video de parte del viaje, esperemos así se pueda apreciar mejor la marea humana.



Y con eso llegamos al fin, siendo ya la 1:00 de la madrugada, y con el mundo fuera de la ventana de fiesta: hay música en vivo, música de discotecas, voces, bocinas y hasta gatos maullando.

Debe ser la luna llena y viernes todo junto..

Mañana será otro día.

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