domingo, 17 de agosto de 2008

Dia 9: Beyoğlu

Esta mañana nos hemos tomado vacaciones del calor - cerramos las ventanas, pusimos el aire acondicionado de la habitación a tope y dejamos que el fresco nos diera un merecido respiro.

Aprovechamos para jugar unas cuantas partidas de backgammon (tavla, en turco) con Andrea y terminar la entrada de ayer del blog.



A la tarde salimos enfiladas hacia Istlikal Cadessi para recorrer todos sus 2 kms de largo y luego un poco más hasta la Torre de Gálata.

Sin ánimo de criticar, que no está para nada bien visto en Turquía, si cabe destacar lo curioso -y a veces difícil que es navegar a pie las callejuelas empinadas.
El siguiente es un ejemplo de accesibilidad a-la-turca (que también hemos visto en unos cuantos otros países, incluyendo nuestro propio barrio en Gràcia). Esta es la escalera en es una de las dos calles que usamos para llegar hasta la plaza Taksim




Una vez en Taksim, nos encontramos con lo siguiente rostiéndose junto a unos cuantos pollastres a l'ast (pollos al spiedo).



Para aquellos que, como nosotras, necesitan gafas, sugerimos agrandar la foto clicando en ella. Verán que en el medio hay.. cabezas de cordero. Enteritas, con ojos, dientes y todo.

Al menos no se puede decir que desaprovechen nada.

Y como seguro esta foto les abrió el apetito... a continuación, otro tipo de puesto callejero. En este caso, patatas rellenas.



Y ahora sí, Istlikal Cadessi. Ya la hemos mencionado anteriormente. Pero esta vez hemos caminado sus 2 kms de largo.

2000 metros del Portal de l'Angel, o de Florida (pero con el doble de ancho).
Y cada metro reventando de gente.
Y en el medio, un tranvía histórico que empuja y la recorre de punta a punta.



Además de comercios de todo tipo, abundan los lokanta. Algunos de ellos, con sandías artesanalmente talladas a modo de decoración (como si no fuera suficientemente deliciosa comerla a mordiscones)



Hay un par de pasajes sobre Istlikal Cadessi muy bonitos - muy coloniales...

Este que vemos a continuación es Çiçek Pasaji - originalmente un mercado de flores. Ahora hay varios restaurantes.



A continuación y cruzando la calle, hay otro pasaje, Avrupa Pasaji, más pequeño y lleno de tiendecitas de recuerdos.



Hicimos un pequeño (e infructuoso) desvío para encontrar el Mercado de Pescado, pero no lo encontramos. En vez, Andrea hizo la foto que Rosa y Gaby han sido muy tímidas para hacer:



Esto es Estambul. Bueno, una parte de Estambul, la que huele a barrio, a cosa tan de aquí, como estos señores jugando al backgammon y bebiendo çay en la calle.

Aprovechamos este inciso para comentar algo que queríamos dejar claro. Venimos hace días hablando y mostrando fotos de mujeres tapadas. Pero Estambul dista de ser sólo eso, y ahí radica su encanto. Si bien aquí no se respira la libertad que podemos tener en Barcelona, sí que hay una nueva generación de gente local y extranjera que vive aquí y a su modo. Son gente que cogen de las tradiciones y se las apropia, fusionándolas y modernizándolas.

De aquí surge música que tanto nos agrada: Orient Expressions, Baba Zula y muchos otros.

También hay el Estambulita Pijo (Cheto), que vive en un mundo de Starbucks y cafés-lounge que podrían estar en Paris, Londres o Berlín; que no se sienta a jugar backgammon o beber çay, sino que prefiere sentarse en un bar ultra moderno y beber cerveza.

Estas observaciones son cosas que nos han explicado gente que vivió aquí, que hemos leído y que tuvimos la suerte de poder ver, si bien de manera extremadamente superficial.

En este viaje nos hemos mantenido lo más lejos posible del mundo de aire-acondicionado y shoppings, que los hay, pero la idea era venir aquí y sumergirnos -si bien casi fugazmente- en esta ciudad que late y vibra; que aún tiene alma de barrio.

En el Estambul que es una fusión de Oriente y Occidente, pero como en un plato de alta cocina, donde todos los ingredientes se sirven juntos pero se puede apreciar cada sabor individual.

Es el Estambul que nos ha enamorado - aunque no sentimos que podríamos vivir aquí, porque no queremos perder las libertades individuales que tenemos en Barcelona. Pero claro, es cuestión de preferencia personal, y lejos de ser crítica - ni mucho menos. No nos hemos ido, y ya estamos queriendo volver.

Luego de esta divagación, volvamos a nuestro paseo.

Y de qué mejor manera para combatir el calor y aguantar el tranco, que tomando un helado de chicle.



Bueno, el dondurma no es chicle, pero se comporta como tal. Se sirve con unas cucharas de 1 metro de largo, y cuando el vendedor está de humor, hace malabarismos con el helado con cucurucho enganchado a la cuchara. Y toca las campanitas con él (esas que están colgando arriba de su cabeza)

Dejamos otra vez Istiklal por un momento, e hicimos un pequeño desvio a mitad de camino, justo donde la calle gira hacia la izquierda.
Detrás del Liceo Galatasaray y unos 200 mts colina abajo nos encontramos con Cezayir Sokagi, una callejuela extremadamente empinada donde hay un restaurante en cada escalón.

Muy pintoresco, pero con un tufillo Disney Gastronómico que nos hizo decir "vini, vidi, foto, fugit".



El desvío nos vino de perlas para toparnos con una tienda llena de ropa muy bonita, y aprovechamos para comprarnos unos pantalones (Gaby) y un conjuntito (Andrea) hechos en Nepal y a precio tirado (nada como comprarse algo tan autóctono como ropa Nepalesa en Turquía... Aunque eso de que Constantinopla es el centro comercial del mundo sigue vigente ;)

Seguimos camino, pasado Tünel (donde acaban - o comienzan- tanto el funicular como el tranvía), y bajamos por Galip Dede Cadessi.



Habíamos leído que en Estambul hacen unos zumos de fruta deliciosos. Pues hoy tuvimos la oportunidad de probarlo, y es cierto.

En realidad, no sólo el zumo (naranja o granadina), pero también la piña (que curiosamente se dice Anana en turco, tal como los argentinos y los franceses la llaman), que venden cortada en cuartos y pelada, con las hojas a modo de mango para que sea más fácil comerla.



Esta calle es el nexo entre la parte baja de la colina, donde está Karaköy y el puente de Gálata, y Beyoğlu. Como tal, está llena de turistas que, o bien se hospedan en este barrio, o bien huyen de Sultanahmet y vienen en busca de mejor calidad de comida y más opciones de ocio nocturno.

Esta calle parece ser la calle de las tiendas de música, con una abundancia y variedad increíble de una especie de laúd o guitarra llamada ut, y que se utiliza para el fazıl - música folclórica turca.



Por un error logístico, llegamos a la Torre de Gálata a las 20:02.
El portero nos indicó, muy amablemente (ja. "is closed. no go") que estaba cerrada.
La otra opción era desembuchar 80€ por persona, subir al restaurante-bufé que tienen, comer comida cara y mala y ver un espectáculo for-turists de la danza del vientre.

Al menos hicimos la foto.



Si bien no pudimos subir, no tenemos claro si realmente queremos: la entrada no es barata (10YTL) y las vistas, bueno, son vistas desde arriba. Pero nos dicen que no son nada del otro mundo.
Lo dejamos para el próximo viaje.

Así que enfilamos colina arriba otra vez, pasando la parada final del tranvía en Tünel.
Según uno está en la parada del tranvía, tiene Istiklal perpendicularmente a la derecha. Paralela a Istiklal hacia la izquierda hay una callejuela que es el comienzo de una zona de restauración y bares - algunos musicales, otros "pijos", otros de tavla (backgammon)



Escogimos una mesa (todas en la calle) de un merhane.



Los merhane son restaurants donde -a diferencia de un lokanta- se sirve alcohol. La elección tiende a ser raki, que es un licor anisado típico. Pero como tendemos a no beber alcohol, nos ceñimos al agua y a una selección de meze (tapas) muy apetitosas.



Completamos el tapeo con köfte (albóndigas de cordero) y şiş kebap (pincho de carne de cordero asada).

La verdad, para chuparse los dedos.

Y nada, ya hora de volver a casa en el tranvía histórico, deshacer el camino andando de vuelta a Taksim y descargar las fotos y dejar el día de hoy plasmado en la blogósfera.





Antes de despedirnos hasta mañana, nos gustaría contestarle a nuestro querido "Lector Anónimo" (alias "papá Jorge").

El idioma turco no se pronuncia tal como se lee, pero las reglas son muy sencillas.

ö / ü tienen el mismo sonido que en el alemán
ç = ch (çay = chai)
ş = sh (Beşiktaş = Beshiktash)
ğ = no se pronuncia, pero alarga la vocal precedente (Beyoğlu = Beiooolu)
c = como en inglés George
h = aspirada como en inglés
ı (i sin punto) = vocal intermedia entre la i y e (como en inglés "farmer")
z = como en inglés (zero) o francés (zeste)

Y con estas simples reglas, uno ya puede ir leyendo y que le entiendan
Entender es otra cosa. Gaby se las ha ingeniado para entender los 3 primeros números (bir, iyi, üç). Ah, y merhaba (hola)

Con respecto al café...
Rosa no tiene problemas, porque le gusta mucho el çay (te negro turco).
Gaby tiene todos los síntomas de abstinencia, luego de una semana con una dieta de 1 taza de Nescafé instantáneo (puaj!) por la mañana, y otra por la noche. Está comenzando a mirar con cariño los Starbucks, pero aún no ha cedido.
Han intentando probar el café turco, pero como no quieren pelo en pecho ni bigote cepillo, desistieron.

De todas maneras, con el calor que hace una dieta a base de agua está bien. Y cuando paramos (lo necesario para que la espalda de Gaby se pueda recuperar), nos refrescamos con çay o una Coca Cola o Sprite.


Y ahora sí, a descansar que mañana nos toca comenzar pronto porque vamos a las Islas Principe.

Hasta mañana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ahora me doy cuenta que han pasado dos horas desde que que me senté frente a la computadora para ver el blog sobre el viaje a Turquía.
Qué mejor prueba puedo dar de lo encantada que estoy con las fotos y comentarios.
La socia del lector anónimo.